¿Por qué no puedo dejar de beber alcohol?
El alcohol es una sustancia psicoactiva, capaz de modificar el funcionamiento normal de nuestro cerebro y sistema nervioso. Cuando el consumo de bebidas alcohólicas se realiza de forma excesiva, con dificultades para controlar su ingesta, podemos estar frente a un caso de alcoholismo. La persona que presenta este problema siente que necesita beber y no puede controlar ese impulso o le es de gran dificultad exponerse a diferentes situaciones sin hacer uso del alcohol.
Esto se produce porque las bebidas alcohólicas tienen la capacidad de producir dependencia. Sin embargo, el sólo hecho de beber alcohol no conduce a un problema de alcoholismo. Esta problemática es compleja y en su desarrollo intervienen factores físicos, psicológicos, culturales y familiares.
Me propongo no beber pero acabo bebiendo, ¿por qué me pasa esto?
El consumo desmedido y problemático de alcohol, es un problema de salud que se caracteriza porque la persona alcohólica establece y sostiene a lo largo de los años una relación de dependencia con el alcohol.
Si has intentado dejar de beber o reducir la cantidad o frecuencia de tu consumo y no lo logras, probablemente has desarrollado una dependencia hacia el alcohol.
La dependencia puede ser tanto física como psicológica. El cuerpo necesita beber alcohol, cada vez más cantidad y con mayor frecuencia. A esto se lo denomina tolerancia: el cuerpo se va acostumbrando a la ingesta de alcohol de tal manera que consumiendo lo mismo, no se obtienen los efectos que antes se sentían. Por ello, es muy probable que hayas sentido la necesidad de aumentar la cantidad de alcohol, o beber más seguido o consumir bebidas más fuertes. La dependencia física, además está acompañada por la abstinencia.
Cuando no bebes, ¿te sientes irritado, ansioso, con mucho deseo de tomar? La abstinencia actúa potenciando la dependencia, produciendo malestar, que en principio, se “calma” o mejora consumiendo otra vez.
Lo mismo ocurre con la mente. La persona cree que necesita del alcohol para funcionar mejor, divertirse más o relajarse. Y a pesar de identificar los efectos negativos que esta forma de beber produce, se consume se forma impulsiva, con la compulsión a repetir esta conducta perjudicial.
Las bebidas alcohólicas tienen un efecto depresor del sistema nervioso. Esto significa que producen una disminución en las actividades de las diversas funciones del cuerpo. Disminuye la coordinación psicomotriz, la atención, la memoria, provoca desgano, somnolencia.
Es paradójico que siendo una sustancia depresora, el primer efecto que produce es estimulante y de desinhibición, generando una sensación de satisfacción y placer. Por ello también, para algunas personas es difícil limitar su consumo.
Si no puedo controlar mi consumo de alcohol, ¿soy alcohólico?
Por lo general, popularmente se considera que una persona alcohólica es aquella que está todo el día bebiendo o que bebe en exceso todos los días.
Sin embargo, ese no es el verdadero criterio para considerar un problema con el alcohol. Por supuesto sucederá que una persona con alcoholismo organiza su vida en torno al consumo de alcohol, pero existen otras formas de ser alcohólico, más sutiles, más invisibilizadas.
El diagnóstico de alcoholismo quedará establecido por cómo es la relación de la persona con la bebida alcohólica:
Si siente que necesita desesperadamente beber (dependencia).
Si necesita beber alcohol cada vez más frecuentemente o en mayores dosis (tolerancia).
Si cuando no bebe siente malestar, ansiedad, irritabilidad, desesperación (abstinencia).
Si continúa bebiendo a pesar de las consecuencias negativas que su conducta le provoca (compulsión).
Un factor que dificulta la toma de conciencia de que se padece alcoholismo es su aceptación social y la confusión que genera que sea legal. Se lo compara con las drogas ilegales o llamadas drogas duras, minimizándose así la peligrosidad del abuso o de la dependencia al alcohol.
Que sea legal no implica que sea una sustancia sana. Siempre su consumo genera alteraciones, que variaran según la dosis, frecuencia, tipo de bebida. Conoce más sobre el consumo de sustancias en este otro artículo.
¿Qué puede ocurrirme si no cambio mi conducta hacia el alcohol?
Siempre que haya abuso o dependencia de esta sustancia, habrá consecuencias significativas.
Consecuencias físicas
Disminución de la frecuencia respiratoria y cardíaca.
Disminución de la temperatura corporal.
Sensación de agotamiento.
Enfermedad hepática.
Gastritis.
Úlceras.
Pancreatitis.
Presión arterial alta.
Disfunción eréctil .
Sistema inmunitario debilitado.
Riesgo aumentado de padecer cáncer.
Consecuencias psicológicas
Ansiedad.
Angustia.
Impulsividad.
Pánico.
Alucinaciones.
Frustración.
Dificultades para llevar adelante actividades cotidianas
Inasistencia o llegadas tarde al trabajo, discusiones, accidentes laborales.
Deterioros en el cuidado personal, higiene, alimentación, descanso.
Aislamiento social.
Conflictos vinculares.
Desinterés por actividades o eventos que no incluyan bebidas alcohólicas.
Accidentes.
Conductas de riesgo.
Antes de despedirnos, recapitulemos las razones por las cuales no puedes dejar de beber alcohol con facilidad. Si sientes que tu cuerpo necesita beber alcohol o te desespera no beber, es muy probable que hayas desarrollado una relación de dependencia hacia él. Ésta se encuentra acompañada por otros procesos psico-físicos que dificultan poner un freno al consumo de alcohol: abstinencia, tolerancia y compulsión.
Si sientes que estás desarrollando estos procesos o si tienes problemas en relación a tu consumo de alcohol, en Ahora psicoterapia podemos ayudarte. Puedes solicitar tu primera consulta gratuita aquí.
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