Consumo una droga de forma esporádica ¿Tengo un problema?

 

La sociedad actual está muy ligada al consumo; compras, televisión, sexo, comida, alcohol, sustancias estimulantes…y la mayor parte de ella no parece tener un problema de dependencia de sustancias. Entonces, ¿Cuándo sé que tengo una adicción?


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Quizás nos ha pasado que a lo largo de nuestra vida hemos ido probando sustancias en distintos ambientes. Primero pudo ser el alcohol en la adolescencia, tal vez el tabaco o el cannabis y puede que incluso alguna otra.

Algunas de ellas se quedaron en una prueba o un “tonteo” como solemos decir. Pero otras se han mantenido, de forma recreativa, algún fin de semana o algún día de la semana esporádico. Es buen momento para preguntarnos ¿Algún consumo se ha visto aumentado? Si es así, ¿Cuándo? ¿Ante qué situaciones? y sobre todo ¿En qué me repercutió?

Para descubrir si tenemos un problema de dependencia a sustancias, lo importante es fijarnos en nuestro día a día y observar hasta que punto nos afecta:

  • ¿Hemos dejado de realizar las tareas que nos gustaban?

  • ¿Ha bajado nuestro rendimiento en el trabajo o en los estudios?

  • ¿Ha habido un aumento de las discusiones de pareja o con mi entorno familiar?

  • ¿He abandonado la vida social, o me siento más aislado, más encerrado en mí mismo?

  • ¿Planifico mi día, o parte de mi semana en función del consumo de una sustancia?

  • ¿Han aumentado mis sentimientos de tristeza, miedo, inseguridad o vulnerabilidad?

  • ¿Me siento más irascible, irritado/a o frustrado/a en el día a día?

  • ¿Me cuesta controlar mis impulsos?

  • ¿Puedo salir de fiesta o disfrutar sin esta sustancia?

Puede que al leer todas estas preguntas sintamos una necesidad de minimizar el problema y mentir en nuestras respuestas. Es natural. Nuestro cerebro trata de protegerse de aquello que le hace daño. Pero si estás aquí, es porque mereces dedicar un minuto de atención a estas preguntas y tratar de contestarlas sinceramente, sin barreras.

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El problema de dependencia a sustancias no tiene que ver con la sustancia en sí o la frecuencia del consumo, esta más relacionado con todo lo que genera y las diferentes áreas de nuestra vida que se ven afectadas por el consumo.

Si la respuesta a más de una es si, y además hay un consumo de sustancias aparejado, es posible que tengamos un problema de dependencia de sustancias.

El consumo de sustancias, aunque se produzca de manera esporádica (cada fin de semana o cada unos días), genera una serie de alteraciones en la química cerebral y en la producción de hormonas como la dopamina, serotonina y oxitocina. Puedes leer sobre los cambios cerebrales que produce una sustancia tan común como el cannabis en este mismo enlace.

Todos estos cambios pueden terminar produciendo lo que llamamos conductas o actitudes de consumo:

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  1. El consumo se inicia normalmente como una forma alternativa de expresar o gestionar las emociones. Al sentirnos tristes, inseguros, enfadados o frustrados recurrimos al consumo, que produce una respuesta de placer inmediato. Esto a la larga provoca mayor impulsividad.

    Tiene sentido, ¿verdad? 

    Si cada vez que sentimos frustración o malestar, consumimos, o pensamos en el consumo, la siguiente vez que nos sintamos frustrados lo toleraremos menos. Esto genera una mayor dificultad para afrontar situaciones de la vida diaria.

  2. Al refugiarnos en el consumo para reducir la intensidad de algunas emociones, nos negamos a hablar de ellas. Otro conducta o actitud de consumo es dificultad para expresar, sentir y conectar con las emociones. Sensaciones de apatía, desgana, pereza, vacío o desconexión son habituales en personas que están en este ciclo de consumo.

Además, cuando alguien de nuestro entorno intenta acceder a nosotros, preguntando acerca de lo que sentimos o hablando de lo que observan, todas estas emociones pueden acudir rápidamente, en forma de avalancha o como un tren que nos atropella.

Una parte de nosotros es consciente de lo que nos está pasando, pero es difícil de digerir. En ese momento se producen reacciones de rechazo relacionadas con el enfado o la rabia, que pueden llegar a expresarse con conductas agresivas, ya sean físicas o verbales a mi entorno más cercano.

Esto puede potenciar el aislamiento, aumentando sentimientos de soledad, vacío e inseguridad.

Para concluir.

  • Poner el foco de atención en las conductas, actitudes y áreas de mi día a día que pueden verse afectadas.

  • Estar atento a mis defensas: Minimizaciones del problema, negaciones, evitaciones…

  • Prestar atención a las emociones intensas que siento: Rabia, malestar, ansiedad…y ante que situaciones se produce.

  • Realizarme preguntas como las que hemos visto anteriormente.

  • No tener miedo a pedir ayuda.

¿Necesitas orientación?

Si te sientes identificado con lo que estás leyendo es normal sentir preocupación o nerviosismo, pero estás mas cerca de resolver el problema que te sucede. Asumir que necesitamos ayuda es quizás el paso mas importante de nuestro proceso.

Consúltanos si tienes alguna duda o si necesitas más información.

 
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