Experiencia personal con la marihuana

¿Cómo comencé a fumar hierba?

Todo empezó en la adolescencia, diría que con 15 o 16 años fue cuando me fumé mi primer “canuto” con mis amigos, bueno no, miento. Realmente la primera vez que lo probé fue con mi hermana.

A los 14 años la pillé fumando, tenía bastante buena relación con ella, así que le pregunte si podía probarlo… y me dejó. Realmente no recuerdo muy bien que sentí aquella primera vez, fue una cosa sin más, lo probé y seguí con mi vida normal.

Ahora sí. Volvamos a cuando tenía 15 años. Por aquel entonces empezábamos a salir de botellón, lo típico en la juventud ¿no? Los primeros litros de calimocho (a nadie nos gustaba la cerveza con esas edades) el ron, las primeras chicas con las que hacer el idiota y… por supuesto los porros. Recuerdo que en los botellones estaban siempre presentes, los que fumaban solían ser chicos mayores que nosotros y nos ofrecían.

No pasó mucho tiempo hasta que empezamos a fumar cada uno por nuestra cuenta.

Dejamos de fumar cuando nos invitaban para empezar a comprar por nuestra cuenta. En aquella época, se conseguía en distintos locales distribuidos por toda la ciudad. Nosotros entrábamos con 15 o 16 años, pedíamos una Fanta y nos vendían hachís… aún hoy en día sigo pensando cómo es posible que esas personas no tuvieran ningún remordimiento después de vender hachís a chavales de esa edad, la facilidad con la que podías conseguir marihuana o hachís era terrorífica.

Por cierto, si sospechas que alguien de estas edades está consumiendo cannabis te dejo este artículo que puede resultarte de interés para saber cómo actuar.

Después nos íbamos a cualquier parque a fumar y pasar la tarde riéndonos, ajenos a todo. La verdad que visto con perspectiva esa época era muy divertida, pero la diversión no duró para siempre…  En aquella época recuerdo que pillábamos 10€ entre tres o cuatro amigos, nos lo fumábamos en ese mismo fin de semana y nos olvidábamos de consumir hasta el siguiente.

Tras un año (dos máximo) ya estábamos comprando esa misma cantidad para cada uno, ya no queríamos compartirlo, muchas veces nos lo fumábamos entre todos, pero otras no.

Nos quedábamos cada uno en nuestra casa o salíamos por nuestra cuenta a fumar. Recordando eso ahora, pienso que ahí se empezaron a mostrar los problemas que genera esta droga. Ni me acuerdo la cantidad de veces que habremos discutido entre amigos porque alguno tenía más que otro a la hora de hacer el reparto de lo que habíamos comprado, o porque pensábamos que el que había ido al bar o había quedado con el camello se había quedado algo… la paranoia ya afloraba.

La marihuana me generó muchísima apatía; no tenía ganas de hacer nada.

Lo peor para mí llegó unos años después, al comenzar la carrera. A la hora de socializar con nuevas personas me costaba muchísimo. Ahora lo pienso y claro, ¿ cómo no me iba a costar? Si me pasaba el día fumado, desconectado; fumaba camino a la facultad, en los descansos , al volver a casa, etc… Cualquier momento era válido para fumar.

Me generó muchísima apatía. Muchas veces no me apetecía hacer planes a los que me invitaban, y si me decantaba por ir también quería fumar en ellos. No quiero decir que no tuviese amigos, pero no podía estar en situaciones sociales sin fumar y eso no era algo que le gustase a todo el mundo.

En definitiva, me convertí en una marioneta del cannabis. Ya lo necesitaba para estar “cómodo” en todo tipo de situaciones.

Hubo un momento en el que me empezó a sentar realmente mal, un día en mi casa como de costumbre comencé a fumar. Al rato noté que algo no iba bien… empecé a tener una avalancha de pensamientos que no podía controlar y la inmensa mayoría eran muy, muy malos. Ahora sé lo que me pasó. Experimenté un brote de ansiedad generalizada inducido por el consumo continuado. Literalmente pensaba que me iba a morir, que me estaba volviendo loco.

No acabó ahí. El cannabis había despertado en mí la ansiedad, pero no sabía lo que era ni cómo funcionaba. Estuve casi una semana sin dormir, por miedo a no despertar. Acabó disminuyendo, pero desde entonces las crisis de ansiedad no han cesado. Lo único es que ahora se controlarlos y consigo que no me domine el pánico. Como un inconsciente, volví a consumir asiduamente varias veces más. Hasta que volvía un ataque de pánico severo… me costó bastante controlar el consumo, incluso asociar ambas cosas aunque parezca tan evidente ahora, llegaba a pensar que el cannabis me ayudaría a calmar esa ansiedad, como si un bombero quisiese apagar un fuego con gasolina.

Si te interesa saber más sobre el debate de si los porros hacen daño o no, en este artículo podrás obtener más perspectiva.

Tras dejar de consumir, volví a vivir.

Hace ya unos 3 años que no fumo y el cambio ha sido evidente. Ha desaparecido la ansiedad que me acompañaba a casi todos lados, aparecía en prácticamente todas las situaciones, volví a tener ganas de nuevas experiencias, me volqué mucho más en mi trabajo, en mis relaciones, en mis parejas, en general volví a vivir, a disfrutar de ello sin tener un peso constante de dependencia.

Como consejo a todas las personas que siguen fumando y que se han sentido identificadas, yo les diría que recuerden la persona que eran antes de empezar a fumar y piensen si les gusta ser la persona que son ahora mientras consumen. Vida solo hay una, y hay que decidir si quieren pasarla o vivirla.

Puede que todo esto te haya parecido un tópico, pero es real, pasa y ningún consumidor está libre de sufrirlo.

Dicen que la marihuana es una droga blanda, pero, desde luego que para mí fue lo suficientemente dura.

 

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