¿Se puede curar una adicción?
¿Se puede curar una adicción? ¿Puedo salir de esta situación? ¿Algún día voy a dejar de estar así? ¿Esto ya va a ser de por vida? Todos esos y algunos otros son pensamientos que has podido tener si estás en alguna situación que implica una adicción, ya seas tú o alguien de tu entorno. Antes de empezar a dar respuestas, es importante aclarar ciertos conceptos.
¿Qué significa “curarse”?
El término “curar” o “curarse” ha sido utilizado por la medicina para hacer referencia a hacer desaparecer una enfermedad. Es decir, que igual que viene, se va y ya no tienes por qué tomarte determinada medicación o seguir las pautas que te había indicado el médico.
En el caso de las adicciones es algo más complejo. Porque realmente, ¿qué es una adicción? Una adicción es una alteración del funcionamiento biológico (p.ej. palpitaciones al no consumir), psicológico (p.ej. no poder parar de pensar en el consumo) y social (p.ej. utilizar la mentira para poder continuar consumiendo), en la que esos tres componentes están interrelacionados y funcionan como un todo. Cuando se toma la decisión de abandonar la adicción y se empieza a actuar en consecuencia, los componentes biológicos, psicológicos y sociales empiezan a normalizarse. Es decir, se reducen los síntomas que caracterizan una adicción: menor malestar al no consumir o realizar la conducta, menor sensación de falta de control, mejora de las relaciones sociales en entornos ajenos a la adicción, etc.
¿Cuál es el problema? Que durante el tiempo que la adicción ha estado en activo, ha ocurrido un aprendizaje, que me indica, por ejemplo, que si hay una discoteca, consumiré cocaína, que si estoy triste en casa, beberé alcohol, que si paso por la puerta de la casa de apuestas, entraré a jugar. Todos estos ejemplos son situaciones de riesgo en las cuales puede aparecer el impulso o deseo de consumir. Sería necesario poner en marcha estrategias de afrontamiento para finalmente no realizar la conducta. Tras alcanzar la abstinencia, este aprendizaje por asociación no se elimina por completo y, por lo tanto, puede seguir apareciendo el deseo.
¿Voy a tener que esforzarme toda la vida?
Puede que en algún momento te hayas hecho esta pregunta. La respuesta más inmediata es no, mantenerte en abstinencia no va a suponer un esfuerzo constante e intenso. Será menor que en los primeros momentos del tratamiento o el proceso de dejarlo, aunque sí es necesario realizar algunos matices.
Las adicciones son alteraciones de largo recorrido, lo que implica que van a estar presentes durante un tiempo, siendo cada vez menor su presencia y molestia. El proceso es muy diferente dependiendo de la persona en cuestión. Puede que a los seis meses ya te encuentres en un estado de abstinencia estable, que poco a poco pienses menos en el consumo y, en algún momento, a los dos años años, por ejemplo, vuelva a aparecer el deseo de consumir o realizar la conducta adictiva. ¿Esto por qué pasa? Por lo que hemos comentado: anteriormente se produjo un aprendizaje que queda almacenado en la memoria. Puede que al pasar por la calle donde vivían tus abuelos, vuelvas a sentir esa sensación de calidez y eso también pasó hace mucho tiempo. Por lo tanto, tanto pensamientos y emociones son procesos naturales que aparecen de forma automática y lo importante es identificar el impulso y poner estrategias en práctica (las mismas que te han ayudado a alcanzar la abstinencia).
Además, es importante hablar del factor vulnerabilidad, siendo esta la base que influye en la gestión de conflictos. Dependiendo de la situación vital en la que nos encontremos, nuestra vulnerabilidad va a ser mayor o menor y esto va a hacer que, ante una situación de riesgo (estar solo en casa, sensación de tristeza), sea más o menos probable recaer. Pongamos el ejemplo de una persona que utiliza el alcohol para evadirse y no contactar con sus emociones. Imaginemos que logra alcanzar la abstinencia y tiempo después rompe con su pareja, sintiendo un gran malestar. En esa situación, es más probable que recaiga, sobre todo si ha alcanzado la abstinencia pero no ha aprendido a relacionarse con sus emociones. En este ejemplo queda muy clara la metáfora de la punta del iceberg, en la cual, la adicción es solo la parte visible pero debajo hay mucho más.
Por lo tanto, es importante poner en práctica las habilidades en situaciones de riesgo, pero también hay que atender y comprender qué función tiene para mí la adicción y en qué momentos mi vulnerabilidad es mayor y, por lo tanto, los recursos de protección también tienen que aumentar.
¿Algún día voy a dejar de sentir ese impulso?
Esta pregunta no tiene realmente una respuesta clara. Puede que sí o puede que no. Igualmente, es importante ahondar en qué hay detrás. En el día a día, hay situaciones agradables y otras menos. Es más agradable despertarse animado que triste, pero eso no hace que estar alegre sea lo natural y lo bueno y estar triste sea algo problemático de lo que hay que huir.
El ser humano, por naturaleza, intenta evitar el dolor y acercarse al placer. En cierta medida, es normativo y tiene sentido, ¿para qué voy a estar mal si puedo estar bien? ¿Cuándo viene el problema? Cuando esa evitación del malestar me aleja de lo que quiero en la vida. Por ejemplo, si para mí es importante tener un buen grupo de amigos y estar cómoda en él, seguramente tenga que enfrentarme a situaciones en las que tenga que pedir perdón, poner límites o decir que no. En ese proceso, voy a toparme con algunos obstáculos, como pueden ser la vergüenza, la incomodidad, el miedo o la vulnerabilidad. Si decido no pedir perdón, no poner límites o no decir que no por evitar esas emociones, me estoy alejando de mi objetivo. ¿Por qué? Porque la evitación se ha convertido en el centro de mi vida, desplazando a mis metas. En ese caso, hablaríamos de la evitación experiencial, y es clave romper con ella en todo proceso de cambio.
En adicciones, hay muchos ejemplos de esto. Puede que, por ejemplo, Ana empezase a beber alcohol de joven, cuando salía de fiesta, pero ahora mismo bebe cada vez que llega a casa después del trabajo para conseguir no pensar en las críticas de su jefe y lo vulnerable que se siente. Lo mismo le puede pasar a Juan que, por curiosidad, probó los porros en la universidad, pero ahora fuma cada vez que discute con su novia , cosa que es cada vez más frecuente. En estos casos, Ana se está alejando de algo tan importante para ella como pasar tiempo de calidad con su hija y Juan está renunciando a intentar hablar las cosas con calma con tal de huir de esa sensación de tristeza y miedo al abandono.
En estos ejemplos hay una cosa en común que es clave: la gran importancia que se le da a los eventos internos. ¿Qué es eso de eventos internos? Todo aquello que pasa dentro de mí: pensamientos, emociones, impulsos, sensaciones, etc. Todos estos eventos internos son incontrolables y solo puedo cambiar cómo me relaciono con ellos. Es decir, no puedo decidir si me pongo triste o no, pero sí qué implica para mí la tristeza, si la alimento con pensamientos dañinos y qué hago en consecuencia. Por lo tanto y siguiendo con Ana y Juan, tiene sentido que quieran evitar el dolor, igualmente, solo si aceptan y toleran aquellas emociones, sensaciones y pensamientos que aparecen y actúan en base a lo que quieren en la vida, podrán ir hacia la vida que quieren. Esto es la base de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y del tratamiento que ofrecemos en Ahora Psicoterapia. Puedes leer más sobre la gestión de los eventos internos en el siguiente artículo.
¿Es tan grave que vuelva a aparezca ese deseo?
Para muchas personas, que vuelva a aparecer el deseo de consumir o de realizar la conducta implica un fracaso, un recuerdo de que continúa siendo “un adicto”. Teniendo en cuenta lo del apartado anterior, ¿es una recaída que haya vuelto a aparecer el impulso? No. ¿Soy débil por ello? No.
El impulso de consumir o de volver a hacer la conducta problemática es un evento interno más, no se puede controlar y puede aparecer por mil y un motivos, en ocasiones ni siquiera es importante entender por qué. Lo más importante en este punto es: ¿qué vas a hacer? La conducta siempre determina si ha sido una recaída o no, si dicho impulso ha sido algo problemático o anecdótico. Igualmente, es importante tener en cuenta que nos sitúa en una situación de mayor riesgo y hay que poner en práctica estrategias de afrontamiento como las que se ven en terapia.
¿Qué preguntas hay detrás?
En algunos casos, la pregunta de ¿se puede curar una adicción? tiene detrás muchas otras que nos dan una información más cercana y certera de cuál es la verdadera preocupación.
Por un lado, esa pregunta puede estar motivada por preocupación o miedo a tener que siempre estar dedicando un intenso esfuerzo por mantener la abstinencia a la sustancia o conducta. En ese caso, te tranquilizará saber que, en general, las personas experimentan mayores dificultades al inicio del proceso, al tener que pasar del consumo o conducta activa a la abstinencia y luego mantenerla en los primeros momentos. Posteriormente, ante la aparición de impulsos, sensaciones o pensamientos asociados, el esfuerzo que se suele aplicar para afrontar la situación es menor.
Por otro lado, hay veces que la pregunta enmascara una preocupación sobre si en algún momento se va a poder volver a consumir o a realizar la conducta. En este caso, tengo malas noticias. Un consumo puntual o realizar la conducta problemática en una sola ocasión muy probablemente puede desencadenar una avalancha de recaídas. Se le pierde “el respeto“ al consumo, se normaliza y lo hace más presente, además de que puede despertar deseos posteriores. Por lo tanto, es muy importante que reflexiones acerca de a qué precio tomarte esa cerveza, hacerte esa raya, ese porro o cualquier otro pensamiento asociado al impulso de volver a la situación anterior.
Conclusión
Por lo tanto, ¿cuándo se puede decir que se ha “curado” una adicción? Según la ciencia, se considera que una adicción se ha curado cuando presenta una autoeficacia del 100% y una ausencia de craving. ¿Esto qué significa? Que consideras que tienes una total capacidad de afrontar la situación de forma exitosa y que no hay deseo de consumir o volver a hacer la conducta.
Entonces y según lo que hemos comentado antes, ¿es importante o no que aparezca el impulso? Pues depende. Es importante si quieres que, clínicamente, tu adicción se considere curada, pero, a afectos prácticos, puede ser lo mismo, con la única diferencia de que en algún momento puede aparecer un leve impulso o pensamiento de consumir o realizar la conducta.
En conclusión, hablar de curación en el caso de una adicción añade más problemas que soluciones. Estarás en un buen punto de tu proceso si eres capaz de mantenerte abstinente, mantener o construir una vida que merezca la pena ser vivida y reparar aquellos daños que ha provocado la adicción.
¿Tienes alguna duda?
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