Diferencias entre un psicólogo y un amigo
¿Alguna vez te has planteado ir al psicólogo? ¿Para qué? Tienes grandes amigos que te escuchan, ¿Qué sentido tiene que gastes dinero, tiempo y energía? ¿Qué le importa a un desconocido tu vida? ¿Qué te va a decir que no sepas ya? ¿para qué sirve un psicólogo? ¡yo no estoy loco!…
Es muy probable que te hayas planteado alguna vez algunas de estas cuestiones o se las hayas escuchado a otra persona y quizás no se las hayas cuestionado.
Entramos en la creencia errónea de que los psicólogos solo están para esas personas mentalmente inestables, enfermas, trastornadas, con vidas desestructuradas… bastante lejos de la realidad.
Aunque si es cierto que un psicólogo clínico también trata con personas que padecen trastornos mentales, la gran mayoría de los psicólogos trabajan desde la prevención de problemas y ayudan a resolver las dificultades del día a día, una mejor adaptación al entorno, a tomar decisiones, a gestionar emociones, a aprender a querernos… En definitiva, nos dan herramientas para utilizar tanto cuando estamos bien y cuando no estamos tan bien.
El rol del psicólogo frente al amigo
¿Alguna vez te has sentido cohibido con ese amigo con el que tienes confianza? Nuestros amigos no dejan de estar en nuestro entorno, son parte de él. Los conocemos y vemos cómo emiten continuamente juicios contra otros, al igual que nosotros lo hacemos. ¿Por qué no emitiría un juicio sobre mí?
Nuestras creencias y experiencias influyen en los juicios (no necesariamente negativos) que hacemos sobre cualquier situación o narración. Cualquier juicio que pueda hacer nuestro amigo ante un problema o dificultad que tengamos, puede llegar a afectar a nuestra relación con ellos.
Con el psicólogo no vas a tener ese problema. La relación queda dentro del ámbito terapéutico, no emitirá un juicio, sino que te ayudará a resolver los juicios que tú mismo te haces. Te hablará desde una perspectiva neutral, mientras que la visión de tu amigo estará influenciada por sus experiencias e intereses personales, así como su cultura y moral. Esto no es necesariamente malo, pero quizás no lo que necesites en ese momento.
“Un amigo es aquella persona que te hace sentir bien”.
Tendemos a rodearnos de personas que nos hacen sentir bien, con los que disfrutamos de acontecimientos y ratos en general. Sin embargo, el amigo en el que confiemos debe ser esa persona que no tenga reparos en decirnos tanto lo bueno como lo malo. En muchas ocasiones escogerán las palabras para hacernos sentir mejor, sin ser realistas, y en pocas ocasiones nos ayudarán realmente a resolver el conflicto, aunque serán grandes apoyos.
El psicólogo, gracias a sus estudios y experiencia, podrá dotarte de herramientas para poder afrontar y manejar mejor las emociones y las situaciones complicadas que puedan aparecer. No solo será un apoyo, sino que te orientará en cómo proceder para resolver.
Sabemos que las conversaciones con los amigos suelen ser algo inestables. Cambiamos de conversación con mucha facilidad, divagamos de un tema a otro, yendo y viniendo, hablando de la experiencia de cada uno, compartiendo, dando y recibiendo.
Con el profesional de la psicología esas conversaciones están centradas exclusivamente en ti, buscando identificar, definir y cumplir tus objetivos únicamente. Gracias a la formación, el profesional tiene la facilidad de identificar problemas que, quizás, un amigo pase por alto, normalizando ciertas conductas o disminuyendo la importancia de éstas, no habiendo, en general un comentario dirigido a un crecimiento y cambio a largo plazo.
No cabe duda que los amigos son un pilar fundamental en nuestra vida. Son un gran apoyo, sin el cual nos sería mucho más difícil salir adelante. Sin embargo, en ocasiones necesitamos un compañero mas a nuestro lado, que nos de una visión distinta, profesional y objetiva; que nos aporte herramientas adecuadas.
Entonces… ¿Qué me aporta el psicólogo?
En definitiva, la terapía pretende ser un proceso en el que puedas:
Conocerte y entenderte.
Aprender a manejar mejor tus emociones.
Romper con las creencias e ideas negativas que pueden afectar en tu día a día.
Ver el mundo con otros ojos, nuevas perspectivas de situaciones y personas.
Mejorar las habilidades sociales, identificando las relaciones sanas y las tóxicas.
Identificar y cambiar comportamientos, decisiones y patrones positivos y negativos.
Prevenir problemas físicos y mentales a corto, medio y/o largo plazo.
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